Es uno de los mensajes transmitidos por Delia Lacasta, representante del Servicio Clínico de Rumiantes (SCRUM) de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, durante su discurso en la entrega de los Premios Anuales de la Alianza Agroalimentaria Aragonesa. El Servicio SCRUM recibía el Premio a la Innovación e Investigación Agroalimentaria 2018. Lo hacía de manos de Fernando Carrera, en representación de los Colegios de Veterinarios de Huesca, Zaragoza y Teruel.
En su discurso, Delia Lacasta decía lo siguiente:
“El SCRUM fue creado hace unos años por tres profesores de la Universidad de Zaragoza: Juan José Ramos, vinculado por tradición familiar a la ganadería ovina; Luis Miguel Ferrer y yo misma, que hemos ejercido la veterinaria clínica en el campo con ganado ovino durante una parte importante de nuestra vida profesional.
La Universidad fue nuestro punto de encuentro y a través de la docencia y la investigación canalizamos nuestra inclinación profesional hacia la ganadería ovina y caprina.
La Universidad no es sólo docencia e investigación; es también servicio a la sociedad. Y cada universidad debe buscar su identidad e interpretar las singularidades de su territorio. En Aragón, la ganadería ovina ha sido motor económico y ha formado parte de la vida de nuestros pueblos y queremos que siga siendo así.
No obstante, conscientes de las dificultades que viene atravesando el sector, buscamos recursos en las instituciones y en el sistema productivo, sumamos fuerzas con nuestros compañeros de facultad, y hace 4 años (de una forma oficial) se lanzó el Servicio Clínico de Rumiantes, vinculado al Hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza, como una forma de devolver a la sociedad lo que de la sociedad recibimos, prestando apoyo diagnóstico a los profesionales del sector ovino y caprino.
El SCRUM nació con una vocación de servicio al sector de los pequeños rumiantes, con la voluntad de ayudar a los ganaderos, siempre a través de sus veterinarios de explotación, proporcionando un servicio de diagnóstico completo sin coste alguno.
Esta tarea es posible gracias a los recursos que nos proporcionan instituciones como los colegios de veterinarios de Huesca, Zaragoza, Teruel y Navarra, o empresas como Exopol, Centro Clínico Veterinario, Bantierra o Casa de Ganaderos, entre otras, que no podemos citar aquí porque la lista sería muy larga pero a las que agradecemos igualmente su contribución, así como a la DGA.
Nuestra actividad consiste en recibir animales enfermos de las explotaciones con problemas, sobre los que trabajamos para intentar llegar a un diagnóstico y emitir un informe clínico.
Este sistema genera una importante carga de trabajo que podemos cubrir gracias a la colaboración de muchos profesores de nuestra facultad (patólogos, anatomistas, genetistas,...), así como a la inestimable ayuda de un becario con cargo a la Cátedra Bantierra-Ruralia, una residente del ECSRHM y al trabajo en equipo, esfuerzo y entusiasmo de nuestros alumnos internos, a los que hacemos participes de este Premio.
A la par, toda esta actividad sirve para cubrir uno de nuestros principales deberes, que es la docencia, pues genera un material docente extraordinario, que sirve para el aprendizaje práctico de todos los alumnos que estudian en nuestra facultad, y también genera una gran cantidad de información que retorna a los profesionales a través de conferencias, cursos y publicaciones.
Asimismo, pretendemos que el Servicio Clínico de Rumiantes sea algo más que un servicio de diagnóstico, pues tratamos de transmitir a nuestros alumnos el valor de la cultura, el saber hacer y el esfuerzo de nuestros ganaderos, e intentamos que lo conozcan de forma directa a través de actividades como el trabajo en granjas ovinas (que este año ha contado con las ayudas de la DPZ) o la trashumancia, mediante el desplazamiento junto a los ganaderos que conducen sus rebaños a través de la Cañada Real Conquense.
Finalmente, queríamos hacer un alegato en defensa de los ganaderos y veterinarios rurales, hombres y mujeres que con un gran esfuerzo y vocación dedican su tiempo a las especies ovina y caprina. Como todos saben, la ganadería requiere una gran dedicación y esfuerzo, y ni ofrece un gran beneficio económico ni un relevante prestigio social.
Sin embargo, los que nos dedicamos a estas especies lo hacemos con orgullo, porque sabemos que esta actividad contribuye al mantenimiento de la población rural, tan importante para la España interior, la España vacía, ayuda a la limpieza de los montes y a prevenir los incendios, contribuye a la conservación de la biodiversidad, además de ser una actividad que respeta el medio ambiente y el bienestar animal.
Por todo ello, no queremos concluir este discurso sin expresar un deseo muy claro de que entre todos seamos capaces de mantener viva la ganadería ovina y caprina, así que desde aquí queremos animar a todos a comer esta exquisita carne de ternasco, que es un emblema de nuestra tierra y encierra el saber hacer de nuestros ganaderos.
Pues no queremos la tristeza de pueblos sin gente, sino que queremos seguir viendo la estampa de los rebaños pastando nuestros montes”.